Tras la disputa entre Aquiles y Agamenón se extendió un gran descontento entre las filas griegas, pero los líderes de los saqueos consiguieron evitar que una grieta aún mayor dividiera a los guerreros saqueos dirigidos por Héctor y Paris. El ejército troyano se presentó en el campo de batalla sabiendo que Aquiles y sus magníficos guerreros se habían retirado del conflicto. Sin poder contar con sus mejores guerreros, el ejército griego ya no parecía tan amenazador. Paris se adelantó y desafió a los mejores guerreros griegos a un duelo. Fue en ese momento que desde el centro de las filas griegas, con un poderoso grito, el rey de Esparta y discípulo de Ares se abrió paso entre los guerreros saqueos, aceptando el desafío.
El Duelo
Todo el coraje de Paris se disipó al encontrarse cara a cara con su rival. Sus rodillas se doblaron de terror y pensó en retirarse a resguardo detrás de su poderoso hermano, Héctor. Sin embargo, Héctor se indignó ante tal muestra de cobardía y lanzó fuertes insultos contra su hermano con la intención de infundirle orgullo y valor. Avergonzado, Paris se disculpó por haber adoptado una actitud tan deshonrosa. Fue entonces cuando Paris propuso que se batiría en duelo con Menelao, y que el ganador de esta disputa tendría derecho a quedarse con Helena y todos los tesoros robados.
Griegos y troyanos firmaron un compromiso sellado mediante sacrificios, en el que se acordó que la posesión de Helena correspondería al que saliera victorioso del duelo. Desde lo alto de las murallas de Troya, el rey Príamo y su corte esperaban el duelo que podría cambiar el destino de la ciudad. El rey preguntó a Helena de Troya quiénes eran los grandes guerreros que vio desde arriba. Señaló y presentó al rey a grandes guerreros como Agamenón, Odiseo, Ajax y Menelao, pero echaba de menos la presencia de sus hermanos gemelos, Castor y Pólux.
El Duelo Comienza
Paris y Menelao terminaron de equiparse y estaban preparados para comenzar el duelo. Los espectadores contuvieron la respiración, el silencio era absoluto. El príncipe troyano disparó su lanza con todas sus fuerzas contra su adversario, pero el discípulo de Ares desvió el proyectil con facilidad. Ahora era el turno del rey espartano de lanzar su ataque. Menelao lanzó la lanza que le había dado el dios de la guerra, con el objetivo de acabar con la vida de su enemigo. Aunque Paris bloqueó el ataque enemigo con su escudo, no pudo contener la poderosa arma del enemigo que atravesó el escudo y lo hirió.
Paris tiró su escudo y sacó su espada, preparándose para un combate cuerpo a cuerpo. Menelao y Paris intercambiaron golpes de espada, pero era notable la diferencia de fuerza entre el rey espartano y el príncipe troyano. El discípulo de Ares asestó un poderoso golpe con su escudo que tiró a Paris al suelo. Menelao estaba ansioso por acabar con la vida del hombre que le había robado a su esposa, así que levantó su espada y reunió todas sus fuerzas para asestar el golpe mortal.
La Intervención Divina
En ese momento, la espada de bronce de Agamenón se rompió al golpear el casco de su rival. El rey de Esparta puso el grito en el cielo, reclamando saber cuál había sido su crimen para ser castigado por los dioses. Paris, arrastrado por su casco, fue llevado al suelo por Menelao, quien se disponía a poner fin a su vida. Sin embargo, una nube de polvo cubrió a Paris y la diosa Afrodita apareció. Usando sus poderes divinos, apartó al príncipe de la muerte.
Menelao estaba furioso por la desaparición de Paris y gritó, exigiendo que apareciera y reclamando su premio. Agamenón, el gran jefe de la expedición griega, exigió a los troyanos la entrega inmediata de Helena para que reinara la paz entre los dos pueblos. Pero desde las alturas del Olimpo, Hera observaba todo y no quería que la guerra terminara sin castigar antes a Paris y a todos los troyanos.
La Discordia Sembrada
Hera le contó a Zeus sobre su furia contra una de sus ciudades favoritas. Le advirtió que podía destruir cualquiera de sus ciudades favoritas, como Argos, Micenas o Esparta, siempre y cuando permitiera la destrucción total de Troya. Zeus permitió que Atenea se mezclara entre los troyanos para sembrar la discordia. Atenea, también odiando a Troya, susurró al oído de Pandaro que era un excelente arquero troyano, diciendo que enorme sería la gloria de quien derrocara a Menelao.
Así fue como Pandaro disparó una de sus flechas al rey espartano, hiriéndole en la cintura. Sin embargo, este hecho no puso fin a la posibilidad de paz entre los dos pueblos. Los héroes de ambos bandos ordenaron a sus guerreros que se lanzaran contra el enemigo. La guerra, que ya duraba más de nueve años, entraría en su etapa más sangrienta, donde grandes héroes perecerían e incluso dioses derramarían su sangre frente a los muros troyanos, para gran satisfacción del dios de la guerra.
Griegos | Troyanos |
---|---|
Aquiles | Héctor |
Agamenón | Paris |
Odiseo | Pandaro |
Ajax | |
Menelao |
Preguntas Frecuentes
¿Cuál fue el motivo de la disputa entre Aquiles y Agamenón?
La disputa comenzó cuando Agamenón, el líder de los griegos, se apropió de la esclava de Aquiles, lo que causó un gran descontento en las filas griegas.
¿Cuánto tiempo duró la guerra entre griegos y troyanos?
La guerra duró más de nueve años, siendo una de las más largas y sangrientas de la antigüedad.
¿Quién fue el vencedor del duelo entre Menelao y Paris?
No hubo un claro vencedor, ya que la intervención divina y la semilla de la discordia sembrada por Atenea impidieron que se llegara a una resolución definitiva del conflicto.
¿Cuáles fueron las consecuencias del duelo?
El duelo entre Menelao y Paris no resolvió el conflicto entre los griegos y los troyanos, sino que llevó a una etapa aún más sangrienta de la guerra.
Espero que hayas disfrutado de este relato épico de la mitología griega. Si te interesa continuar explorando más historias fascinantes, te invito a que visites mi blog rincondelmito.com para más contenidos relacionados.
Hasta la próxima, valientes aventureros del conocimiento.
¡Hola! Soy Alex, un apasionado de la mitología que ha dedicado gran parte de su vida a estudiar y explorar distintas culturas y sus mitos. Desde joven, me sentí atraído por historias de dioses, héroes y criaturas fantásticas que alimentaban mi imaginación y curiosidad. Con el tiempo, desarrollé un amor especial por la mitología nórdica y egipcia, aunque siempre he estado ávido de descubrir otras tradiciones.