Los troyanos habían invadido el campo griego y la lucha por las naves había comenzado. Respaldados por la voluntad de Zeus, los guerreros de Héctor buscaban la victoria decisiva que liberara a Troya de sus enemigos. Pero, ajeno a la voluntad del dios supremo, Ajax lideraba a los guerreros de la coalición griega, luchando por su vida como una bestia acorralada por su depredador. Mientras tanto, los grandes jefes griegos heridos el día anterior debatían sus opciones. La rendición significaría sin duda una sentencia de muerte. Agamenón hablaba de la hipótesis de hacer retroceder las naves en el mar y volver a Grecia. Furioso, Odiseo reprendió al gran líder diciendo que con esa actitud no era digno de comandar la alianza.
La intervención divina
Desde las alturas del Olimpo, Atenea y Poseidón observaron la desesperación de sus pupilos sin poder hacer nada, pues Zeus les había prohibido ayudarlos directamente. Sin embargo, Hera, la reina del Olimpo, estaba decidida a hacer algo, aunque fuera en contra de los deseos de su marido. La diosa sabía que no podía cambiar la voluntad de Zeus a través de la razón, por lo que optaría por actuar utilizando los caminos de Eros y Afrodita. Así, se vistió con sus más bellos ropajes y derramó sobre su cuerpo los más finos perfumes. Pero sabía que aún necesitaba un artefacto más: el cinturón de Afrodita, que hacía a la diosa del amor irresistible para cualquier hombre o dios. La reina de los dioses consiguió que Afrodita le prestara su cinturón sin revelarle sus verdaderas intenciones, pues la diosa del amor era aliada de los troyanos.
La estratagema de Hera
Hera se dirigió entonces al monte Ida, desde donde su marido comandaba los caminos de la guerra. Zeus quedó impresionado al ver lo extendida y seductora que estaba su mujer. Mientras el dios estaba distraído, Hypnos, el dios del sueño, en connivencia con Hera, utilizó sus poderes para hacer que Zeus se durmiera. Sin el obstáculo del dios supremo, los dioses aliados de los griegos eran libres de prestar ayuda a sus protegidos.
Con Zeus fuera de combate, Poseidón se puso del lado de los griegos e inspiró una increíble valentía que detuvo el avance troyano. Los aqueos lucharon defendiendo sus barcos como si fueran sus verdaderos hogares. Héctor lanzó su lanza apuntando a Ajax el Grande, pues sabía que si caía, la resistencia de los griegos se desmoronaría. Pero, desviada por los dioses, la lanza de Héctor pasó rozando el pecho de Ajax sin hacerle daño. El contraataque de Ajax sería terrible para Héctor: el gigantesco guerrero griego lanzaría una pesada piedra contra el héroe troyano. Héctor sería golpeado violentamente en la pierna, lo que le llevaría al suelo.
La furia de Zeus
Con la ayuda de sus compañeros, Héctor fue apartado de la primera línea y, sin su gran héroe al mando, la presión del ataque troyano comenzó a ceder. Fue entonces cuando Zeus, que dormía serenamente en el regazo de Hera, se despertó. Le invadía la ira al darse cuenta de lo que había ocurrido en el campo de batalla y de que era obra de su mujer. Zeus la amenazó y la reprendió, diciendo que si era el deseo de la diosa, volvería a ser colgada de los cielos como aquella vez. Los demás dioses se rebelaron contra él, pero, debido al cinturón de Afrodita que aún llevaba, la furia de Zeus no encontró espacio para alojarse en su corazón. Zeus ordenaría que se curara la pierna del campeón de los troyanos y, de esta manera, Héctor podría volver al mando de sus hombres y cumplir con el plan trazado por Zeus. Los griegos se estremecieron al oír el poderoso grito de guerra de Héctor, un sonido que parecía más bien el rugido de un león.
El papel de Patroclo
En la tienda de Aquiles, Patroclo rogaba al mayor héroe de los griegos que olvidara todas las humillaciones que había sufrido y que fuera con sus hombres a ayudar a sus compatriotas, que estaban siendo diezmados. Aquí, Aquiles les dijo que, si sus hombres lo deseaban, Patroclo podría llevar su armadura y dirigir a sus valientes mirmidones en la batalla contra los troyanos. Para todos, llevaba la armadura de Aquiles. Pero, antes de partir, su amigo le dio un último consejo: que expulsara a los troyanos del campamento griego, pero que no persiguiera a sus enemigos si caían. Su principal consejo fue que su querido compañero no intentara enfrentarse a Héctor en la batalla. El joven Patroclo no lo sabía, pero se estaba preparando para cambiar el curso de la guerra para siempre.
Tabla resumen
Lucha por las naves | Intervención divina | La estratagema de Hera | La furia de Zeus | El papel de Patroclo |
---|---|---|---|---|
Los troyanos invaden el campo griego y la lucha comienza | Hera utiliza el cinturón de Afrodita para seducir a Zeus y distraerlo | Hera visita a Zeus en el monte Ida y lo hace dormir con la ayuda de Hypnos | Zeus se despierta y amenaza a Hera, pero su furia es aplacada por el cinturón | Patroclo pide a Aquiles usar su armadura para liderar a los griegos contra los troyanos |
Preguntas frecuentes
1. ¿Por qué Zeus prohibió a los dioses ayudar directamente a los griegos?
Zeus quería que la guerra fuera justa y que los hombres demostraran su valentía y habilidades en combate.
2. ¿Cómo logró Hera distraer a Zeus?
Hera utilizó el cinturón de Afrodita para seducir a Zeus, haciéndolo dormir y así permitiendo a los dioses aliados de los griegos intervenir en la batalla.
3. ¿Cuál fue el papel de Patroclo en la guerra?
Patroclo llevó la armadura de Aquiles y lideró a los mirmidones en la batalla contra los troyanos, cambiando el curso de la guerra.
Espero que hayas disfrutado de esta fascinante historia de la mitología griega. Si deseas saber más sobre las aventuras épicas de los dioses y héroes, no dudes en consultar nuestros artículos relacionados.
Hasta la próxima,
El equipo de rincondelmito.com
¡Hola! Soy Alex, un apasionado de la mitología que ha dedicado gran parte de su vida a estudiar y explorar distintas culturas y sus mitos. Desde joven, me sentí atraído por historias de dioses, héroes y criaturas fantásticas que alimentaban mi imaginación y curiosidad. Con el tiempo, desarrollé un amor especial por la mitología nórdica y egipcia, aunque siempre he estado ávido de descubrir otras tradiciones.