En el antiguo reino de Frigia, el dios Dionisio buscaba a su leal compañero de bebida. Si bien su nombre también era el maestro de los dioses y padre de la creación, se le consideraba un sabio, pero era cuando estaba ebrio cuando daba sus mejores lecciones. Además, adquiría el poder de la profecía. El anciano sabio fue encontrado por unos campesinos desmayado en el bosque después de un episodio alcohólico. Lo llevaron ante el rey Midas, quien lo reconoció inmediatamente y le dio la más cálida bienvenida.
El encuentro con el rey
Eran días de celebración y alegría en honor al ilustre anfitrión. El dios Dionisio se alegró mucho de encontrar a su viejo compañero y, tratando de agradecer a su anfitrión, saludó al rey Midas. En señal de gratitud por la buena acción, decidió concederle un deseo: «Todo lo que toques, se convertirá en oro», dijo Midas ambicioso.
El deseo concedido
Tal como había prometido, Dionisio concedió el deseo de Midas. Sin embargo, lamentó que el rey no hubiera hecho una elección mejor. Midas, ansioso por poner a prueba su nuevo don, recogió una pequeña piedra del suelo y, al instante, se convirtió en una pepita de oro. Eufórico, Midas comenzó a tocar diversas cosas y todo se transformaba en oro.
Pero en un momento dado, Midas sintió hambre y decidió comer una manzana. Cuando tocó la fruta, esta se convirtió en una copia de los brotes dorados de los jardines de Hesperia.
La maldición de Midas
Intentando encontrar una solución, Midas agarró un tenedor, que inmediatamente se volvió dorado. Al intentar clavar un pedazo de pan con el tenedor en la boca, Midas se dio cuenta de que su diente se rompió. El pan también se había convertido en oro. El rey comprendió que lo que creía que era un regalo, en realidad, era una maldición.
Desesperado, Midas cayó llorando sobre la mesa del comedor. En ese momento, su hija llegó al palacio y, al ver a su padre en tal estado, intentó consolarlo tocando su mano. Ante la cuenta del rey, la joven se convirtió en una estatua de oro.
El poder desvanecido
Desesperado por su situación, Midas se arrodilló y suplicó a Dionisio que le quitara ese poder tan nefasto. El dios, apenado por la tristeza del rey y sin intención de hacerle daño a él ni a su hija, le pidió que se bañara en aguas del río Pactolus. En el agua, Midas debía pedir que le quitaran el poder de su toque.
Midas siguió las instrucciones y se sumergió en el río. El lecho del agua quedó cubierto de arena dorada y las escamas de los peces brillaban como el oro. Finalmente, el rey se libró de la maldición y todo lo que tocó volvió a la normalidad, incluida su hija.
El nuevo rumbo
Después de este traumático suceso, Midas comenzó a repudiar toda riqueza y decidió vivir de manera sencilla y humilde en los campos y bosques. Su experiencia le enseñó la importancia de valorar lo que se tiene y apreciar las cosas simples de la vida.
Personajes | Poderes | Resultado |
---|---|---|
Dionisio | Maestro de los dioses y bebedor sabio | Concede el deseo de Midas |
Rey Midas | Convierte todo en oro con su toque | Se arrepiente de su elección |
Hija del rey | Se convierte en estatua de oro | Es liberada gracias a Dionisio |
Preguntas frecuentes
¿Por qué el rey Midas pidió que todo lo que tocara se convirtiera en oro?
Midas era ambicioso y deseaba ser el hombre más rico del mundo.
¿Por qué Dionisio se arrepintió de concederle ese deseo a Midas?
Dionisio consideró que Midas podría haber hecho una elección mejor que traería más felicidad y no enriquecimiento material.
¿Cómo se libró Midas de la maldición?
Dionisio le indicó que se bañara en las aguas del río Pactolus y pidiera que le quitaran el poder de su toque. Midas siguió las instrucciones y así se liberó de la maldición.
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¡Hola! Soy Alex, un apasionado de la mitología que ha dedicado gran parte de su vida a estudiar y explorar distintas culturas y sus mitos. Desde joven, me sentí atraído por historias de dioses, héroes y criaturas fantásticas que alimentaban mi imaginación y curiosidad. Con el tiempo, desarrollé un amor especial por la mitología nórdica y egipcia, aunque siempre he estado ávido de descubrir otras tradiciones.